EL
TIEMPO PASADO, PRESENTE Y FUTURO.
En
el tiempo presente se evita el desasosiego por lo ocurrido en el pasado, y se
suspende la inquietud hacia el futuro. El pasado ya pasó, pero no debemos
aferrarnos a él, ni dejar que el sufrimiento nos afecte de nuevo al revivir los
recuerdos de cuitas anteriores. La mente se comporta con asiduidad evitando el
presente, mientras que se dirige con ansiedad hacia el futuro, o con malestar
al pasado. Sin embargo, el presente es el único tiempo real que existe, y es el
único momento que de verdad tenemos. En efecto, el pasado ya transitó, y el
futuro aún no ha llegado.
Cuando
el individuo hace un frecuente e inadecuado manejo del tiempo pasado y/o del
futuro, le puede ocasionar ciertos trastornos psicológicos como la ansiedad, el
estrés o la depresión. En consecuencia en el ámbito del crecimiento espiritual
estas perturbaciones se enmarcarían dentro de las típicas enfermedades del
alma. La depresión puede ser endógena cuando existe algún desequilibrio químico
en las conexiones neuronales del cerebro, y en este caso se trataría de un
asunto biológico. Aunque si la depresión en el individuo es exógena, es decir,
el resultado de algunas experiencias dolorosas, entonces el trastorno depresivo
empeoraría si fondearan demasiado tiempo, o se obsesionasen en revivir sus
penosas situaciones pasadas. En supuestos especiales y con el uso del perdón a
personas concretas, éstos se liberarían bastante del sufrimiento interior y se
evitarían un mayor aumento del estado depresivo. De la misma manera hay
personas que piensan demasiado en el futuro, o se preocupan en exceso por todo
lo que les sucede y, sin darse cuenta, se crean una ansiedad generalizada en su
vida. En estos casos se puede controlar el estado ansioso mediante la
utilización de la atención consciente, es decir, mediante la observación de los
pensamientos de inquietud por aquellas cuestiones del futuro, y cancelarlos las
veces que sea necesario, o bien buscar otras nuevas alternativas que sean más
adecuadas a estas ideas negativas. Del mismo modo hay que valorar los distintos
tipos de trastornos psicológicos de cada uno en particular, las causas que los
originan, y si se necesitan fármacos, asistencia psicológica, o siquiátrica,
etc.
(Extracto
del libro Prendida en la luz)