EL ALMA DE CLOE
Cloe era una gata bicolor de tonos plateados y blanquecinos. El
pecho y las patitas eran de color blanco con una textura como el algodón. La
gatita tenía una bonita cara con unos ojos de color miel y de mirada
traviesa. Su carita gris llamaba la atención porque se le formaban
unos trazos blancos justo encima de la boca que simulaban ser unos
elegantes bigotes. Era un felino de porte saleroso, ya que de su cabeza le
salían unas puntiagudas orejitas que le hacían parecer un duendecillo.
A Cloe la adopté hace más de seis años y fue como una ayuda terapéutica
para la grave enfermedad de mi hija pequeña Luz. Yo había leído en algunos
artículos periodísticos que los animales domésticos ayudaban a mejorar el ánimo
a los niños enfermos y a los ancianos. En un principio dudé de esta opción a causa de mis alergias, pero al final, el amor de madre pudo más, y decidí
adoptar a la gatita persa exactamente el día 9 de octubre del año
2009.
La gata era independiente, extremadamente curiosa, y bastante obediente,
pero observé que dosificaba su
cariño y sólo lo compartía con quien ella quería. En la casa mantenía
siempre un espacio de un metro de distancia con todos porque era muy
asustadiza. A mí me encantaba esa actitud de alejamiento, lo sentía como un
reconocimiento hacia el espacio personal de cada uno y tampoco me molestaba
con sus maullidos. En cierto modo ella tenía gran semejanza con mi
personalidad felina. Al principio, cuando vino a vivir con nosotras, me
molestaba su presencia porque toda mi energía
estaba enfocada en la recuperación de Luz. Después de superar su
enfermedad, tras 5 años de sufrimientos y dolencias, pude prestarle la debida
atención a mi mascota. Enseguida comprobé cómo la gatita respondía con la misma
reciprocidad, y con gran rapidez la relación se fortaleció.
Cuando llegaba a casa la oía bajar desde la buhardilla trotando
por la escalera de madera. Entonces se plantaba ante mí, me
miraba fijamente a la cara como buscando
alguna señal de aprobación, después me daba un
toquecillo con la patita delantera y me rendía una pleitesía.
Cada mañana la gata se esperaba al lado de la puerta de mi habitación hasta
que me levantase de la cama, pero sin hacer ruido, luego
cuando salía de allí, ella me saludaba y se bajaba conmigo a desayunar. Así que
a base de pequeños detalles encantadores, se estableció un poderoso
vínculo afectivo que se incrementaba durante la convivencia diaria.
La gata era muy territorial y no dejaba que ningún animalito rondase
por la casa. Ella, desde su silla en el comedor, se asomaba por la
ventana al jardín y desde su “trono” vigilaba la calle. Cuando Cloe veía que alrededor de la casa, se acercaba algún gato, entonces se transformaba en
una leona y emergía su instinto salvaje. Yo me quedaba muy sorprendida,
pues su carita de mirada dulce sufría una transformación asombrosa.
Lógicamente era un felino y tan sólo defendía su territorio. Hace unos
días observé que por el jardín merodeaba un gato negro con manchas
oscuras y vi que se asomaba por la otra parte de la ventana y éste le
plantaba cara. Ante el reto, Cloe se ponía muy ofuscada, se hinchaba,
bufaba y arañaba con mucha saña los cristales de la ventana.
Recuerdo que la trágica tarde cuando llegué a casa, como siempre,
Cloe seguía asomada a la ventana y estaba esperándome. Nada más entrar,
desde el pasillo, le advertí que no saliera de casa. Como era muy
obediente, pues me relajé y entré algunos enseres a la cocina. Durante
unos instantes me dejé la puerta de la calle abierta. Al rato observé que
la gatita no estaba a mí alrededor. Después de llamarla y buscarla por toda la
casa, pensé que, en algún descuido, y como era tan rápida, estaría
merodeando por el jardín. Pero no estaba allí. Entonces decidí
salir a la calle a ver si la
encontraba. ¡Qué ironía! Por casualidad vestía un chándal con diversos
motivos gatunos. Me puse a mirar por debajo de los coches, pero sin atreverme a abrir las tapas de los
contenedores, por si estaba dentro. Estaba muy concentrada en la búsqueda, cuando al verme allí, se acercaron dos chicos jóvenes
y me preguntaron si estaba buscando un gato. Respondí afirmativamente con
lágrimas en los ojos. Los chicos me contaron que vieron a dos personas que conducían
dos coches a gran velocidad, observaron a un gato
persiguiendo a otro por la carretera. Todo
pasó en un instante. De repente, el coche
negro pilló a los dos. El individuo del atropello ni siquiera paró
el vehículo y se dio a la fuga. Los jóvenes acudieron a socorrerlos y
sólo vieron a la gata, que tras el golpe, se intentó levantar del suelo.
De pronto se cayó desplomada y murió en el acto. Pobre Cloe, falleció el fatídico domingo 10 de enero de 2016 tras
dejarse llevar por su instinto felino.
La pena es increíble después de un trauma tan horrendo ¡No me podía creer
que yo sintiese un cariño tan fuerte hacia un animal
doméstico! Realmente era como otro miembro de la unidad familiar, aunque dormía
en la buhardilla.
Es evidente que ciertos animales parecen más avanzados en la escala
evolutiva que algunas personas, que se suelen comportar de
manera más animalizada. Sí,
los animales tienen alma y
están en un grado inferior de evolución espiritual que los seres
humanos, ya que mantienen su instinto
natural. Obviamente muchos
de ellos están más adelantados en la Ley del amor, porque tienen unos
sentimientos más puros y elevados que algunos “animales racionales”
también llamados seres humanos. Sin lugar a dudas, se podría decir que
cualquier perro es capaz de ofrecer a su dueño un amor incondicional.
El dolor que siento es desgarrador y la vida sigue... a pesar de que
Cloe ya descansa en la tierra del jardín
entre el galán de noche y un rosal. Hoy sé,
que sí la gatita se ha ido, era porque su misión en esta Tierra se había
terminado, aunque reconozco que se va en un momento difícil de mi vida... Ahora
mismo siento que la casa está muy vacía sin ella. Me dispongo a hacer el
duelo y superar su ausencia, lo antes
posible.
Evidentemente, todos estamos de paso en este mundo. Se trata del ciclo de
la vida y la muerte. La gatita cumplió perfectamente la misión
amorosa que tenía encomendada en el clan familiar. Cloe desarrolló una labor
muy digna durante la enfermedad de mi hija Luz, y un año después se marchó de nuestro
lado. Así que le agradezco ese tiempo en que estuvimos juntas como una ofrenda de amor y
complicidad.
En definitiva, y como decía San Francisco de Asís: “los animales son como nuestros hermanos pequeños”. Y sí, reitero que los animales tienen
alma. Espero que cuando se me pase el padecimiento por su pérdida,
desde las esferas superiores, me den algún rayo de lucidez que me permita
ver, una vez más, el alma de Cloe asomándose por la ventana. ¡Que
dádiva sería ver su atenta mirada sobre el ir y venir de los pajaritos del jardín!.
A veces, cuando estoy en casa y oigo algún ruido, me suena a su
típico maullido de aprobación, como diciendo que está ahí a mi lado, esperando
algo, o mirándome mientras hago las tareas de la casa. Los gatos son muy
curiosos y cuando se aburren, se entretienen en prestar atención a todo lo que
hacemos los humanos.
En la fatídica noche, no pude conciliar el sueño y pensé que no había
tenido ningún tipo de premonición relacionada con su muerte. Era un hecho
normal que soñase o tuviese algún presentimiento sobre
los próximos fallecimientos de mis familiares. Entonces recordé un detalle, en
apariencia sin importancia y que me sucedió unas tres semanas antes. El
día de Navidad durante la comida con mi familia, sucedió un hecho al menos
curioso. Después de tomarme el café y tras el último sorbo, dejé la
tacita en la mesa. Hice este
movimiento con una mirada distraída, y con sorpresa apareció una imagen en los
posos del café. Cogí la taza y en una pared se veía claramente la figura de un
gato de espaldas, que estaba como mirando por una ventana. En el otro lado de
la taza se veían dos pájaros unidos por los picos. Cuando vi la figura del gato
se lo mostré a mi acompañante que me dijo: sin lugar a dudas es un gato,
está claramente dibujado. Entonces alegremente le comenté que sería una señal
sobre Cloe, puesto que ella estaba muy presente en mi vida y que le
tenía mucho cariño.
Esa misma velada, pensé que, tal vez, el perfil del gato era una
advertencia para que le prestase la debida atención. Ahora opino que no fue
una simple casualidad y dicha imagen simbolizaba
una predicción para prepararme ante el inminente fallecimiento.
A raíz de aquello, sentí la imperiosa necesidad de grabarle un vídeo mientras
ella bebía agua del grifo, y además le hice muchas fotos. Pensé que sería
un buen recuerdo para el futuro y cuando la gatita ya no estuviese
conmigo. Aunque suponía que su marcha se produciría tras unos
cuantos años más de convivencia.
En estos días he estado meditando sobre el sufrimiento emocional, y
he llegado a la conclusión de que en el fondo todo aquello que intuimos
(imágenes, señales, ideas, o pensamientos) es porque nuestra alma ya lo sabe
con anterioridad. La intuición es esa idea repentina que surge en la mente y
que viene acompañada de una sensación de certeza, pero que carece de toda lógica y razonamiento.
Seguidamente recordé una escena de mí misma buscando a Cloe, me
pregunté si era algo que ya había vivido con anterioridad, o quizá
se trataba de un “déjà vu”, si sería
un recuerdo de un día que se extravió, o si fue algún tipo de
presentimiento... La visión me situaba en el sitio exacto de la calle
donde ella murió, desde allí la llamé y
busqué. Me dirigí hacia los contenedores, y no me atreví a levantar las tapas, por si estaba allí. Exactamente tal y como
sucedió aquella tarde. Pero como soy muy racional, apenas hice caso a
esta idea, porque pensé que se trataba del típico miedo a perderla. Seguramente,
en algún rincón de mi alma, yo ya
conocía el preciso lugar donde
fallecería la minina.
En realidad sabemos mucho más de lo que creemos conscientemente, y lo
bueno es que gozamos de libre albedrío, ya que hay libertad de
elección para aceptar o ignorar estos pensamientos
intuitivos. Ciertamente, estas súbitas iluminaciones son de gran utilidad,
ya que nos avisan de la llegada de algún suceso inminente o traumático. Además,
es necesario aprender a distinguir las verdaderas intuiciones de los
miedos personales.
A pesar del profundo dolor que siento ahora mismo, sé que es algo
transitorio. Sé que con el paso del
tiempo esta pena se irá disipando, y al final desaparecerá. Lo cierto es
que, sin prisas, la esperaré en su avance evolutivo y a lo mejor
coincidiremos en alguna vida posterior. Espero el día del encuentro, el instante en que se reconozcan nuestras
almas y comprobar cómo su esencia
animalizada progresó, favorablemente, en la escala espiritual hasta
poder ser el alma de un humano.
Por último, voy a narrar una breve anécdota que me sucedió el día anterior al siniestro y que tiene que ver con los relevantes mensajes del Universo. Era
un día antes de que muriese Cloe. Sonó
el timbre de la casa y tuve una visita sorpresa de mi hija mayor Violeta.
Entonces comentó que le venía de paso pasar por allí, puesto que vivía en una
población muy alejada de la capital. Seguidamente, le ofrecí una infusión de
manzanilla y yo me tomé un té de frutos rojos. Al rato, cuando se marchó
de mi casa, me dispuse a fregar las tazas. Tras cogerlas, con sorpresa vi
que se había creado una caprichosa figura en el fondo de la mía. Se trataba del
perfil de un feto, la imagen tenía la cara y los bracitos muy definidos y
estaban coloreados en tonos rojizos, y justo al lado de los piececitos se había formado un corazón rosado.
Le hice una foto desde mi móvil y se la mandé a Violeta que “casualmente” está embarazada
de unos 4 meses. Con alegría comentamos que era un bello mensaje de
amor relativo al principio de la vida.
¡Qué tranquilidad
se siente al comprobar que el ciclo de
la vida continúa a través del espacio
infinito, aún más allá de la muerte! Simultáneamente, si prestamos la debida atención, el Universo
se vale de cualquier manera para enviarnos una señal y para que veamos el camino a seguir… En estos
dos últimos sucesos la señal se mostró mediante unas figuras en las tazas. En verdad, ¡tan
sólo hay que estar receptivos a los avisos que el Cielo nos envíe! Desde aquí
doy las gracias a los mensajeros espirituales por el aporte de las intuiciones que
tanto nos apoyan y sostienen durante las difíciles pruebas existenciales.
Texto de Amparo Ga
Tuve la oportunidad de conocer a esa gata, y realmente era especial. No creo que jamás vuelva a poder pelar a un gato que no trate de arañarme o morderme, que sea tan incapaz de hacer daño. Y la recuerdo también en la silla mirando por la ventana, muy delgada, sin quejarse a pesar de que estaba muriéndose por dentro. Yo no lo podía saber, y ella no lo dejaba ver. Afortunadamente se recuperó y falleció tiempo después de manera rápida y sin dolores, se lo merecía. (No soy muy de animales pero éste me tocó alguna fibra. Va por ella.)
ResponderEliminarTe agradezco ese comentario tan sentido sobre Cloe. Este relato es un pequeño homenaje a la amorosa labor que realizan los animales domésticos, ya que ellos se sienten como un miembro más del clan familiar. Un abrazo y cuidemos a los animales porque se lo merecen.
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