- ¿Cómo sueles reaccionar
con tus emociones?, ¿Qué sueles hacer?
A- ¿Las cargas en la espalda
de manera inconsciente?
B- ¿Pones cara de póquer desde el auto-control emocional?
C- ¿Las sueltas en el momento más
inoportuno, o sin venir a cuento?
D.- ¿Vives en un carrusel constante con subidas y
bajadas emocionales?
E- ¿Las atiendes con la debida atención, y las
gestionas adecuadamente?
Sí has contestado
afirmativamente a la opción E, entonces te doy mi enhorabuena, ¡ya que eres una
persona que atiende sus estados emocionales con precisión, y los gestiona de
forma saludable!
Las emociones reprimidas (esas que no se atienden),
automáticamente, se cargan en la mochila emocional de cada uno, y con el paso
del tiempo se acumulan, duelen, y pesan más. Si eres una persona que te superan
esos vaivenes emocionales, te invito a que leas este artículo sobre la gestión
emocional.
Los seres humanos, según
el Coaching expresan 6 emociones básicas: el amor, el miedo, la rabia, la
tristeza, el orgullo, y la alegría. En el mundo actual se fomenta una imagen muy artificial: la de estar siempre contento, y feliz, o por lo menos aparentarlo, pero
resulta que mantener ese estado idílico es un objetivo
difícil, y antinatural, (salvo en el mundo virtual con las fotos en las redes mostrando esa aparente vida perfecta). Además, si se nace con un carácter alegre tampoco hay cambios significativos, porque no se está siempre contento y dicharachero, en este caso, los estados emocionales cambian, se alteran, y hay momentos de vacío, o tristeza. En efecto, las emociones son
útiles para nosotros mismos porque nos permiten expresar esos sentimientos, nos facilitan una comunicación eficaz con los demás y nos ayudan para mejorar, o empeorar las relaciones personales. Las emociones es la base de la
inteligencia emocional y también sirven para desarrollar las habilidades sociales como la empatía, o la
asertividad. En consecuencia, los
estados emocionales tienen un propósito, una razón de ser o de existir, porque facilitan la expresión del abanico de sentimental, y la relación entre los congéneres. Todas estas razones hacen que seamos especiales y que nos diferenciemos de los simples robots.
Asimismo, las emociones
etiquetadas como “buenas” o saludables,
o “malas” y tóxicas siempre muestran una
cara positiva, y otra negativa. Por ejemplo, el exceso de miedo en alguien
tendría una carga negativa cuando le
paralizase en una situación enjuiciada
por él mismo como amenazante, y que le
impidiese moverse del sitio. Al mismo tiempo, el miedo es una señal de aviso para emprender la lucha, o la huida del lugar, y protegerse del peligro, entonces tendría una carga positiva, porque le daría el empuje necesario para salir
airoso/a de esa situación.
Los seres humanos
condicionados por las costumbres
sociales reprimen, ocultan, o niegan las
emociones consideradas insanas como el miedo, la rabia, y la tristeza. En
verdad esta conducta es alarmante, ya que si no les prestan la debida atención, éstas se irán acumulando en
la mochila individual. Por lo tanto, cuanto más tiempo inviertan en atender y
gestionar el estado emocional, la carga irá en aumento, y tendrán una mayor dificultad para deshacerse de ella. Sin contar con la llegada de las conocidas enfermedades psicosomáticas que se deriven de esa negación. En el supuesto de la muerte de
un ser querido, es recomendable que quien sufre esa pérdida, sea capaz de realizar todas las fases del duelo para
recuperarse lo antes posible, Se trata de buscar la mejoría solo/a, con familiares, amigos,y si es necesario ser capaz de recurrir a la ayuda de un profesional.
En el viaje de la vida se transita más cómodo/a con la carga y
el equipaje adecuado. Hay que estar alerta, y si no es así, se puede instaurar un nuevo hábito personal: el de limpiar la mochila emocional para desechar los residuos tóxicos junto con el reciclaje de la basura mental, y soltar el nocivo cargamento.
Recordemos que al
principio del artículo, se menciona que hay individuos que realizan la gestión
emocional de manera natural y actúan según la opción E. Mientras que otros muestran al resto una aparente calma desde el auto-control
emocional. Por otro lado, hay personas que se encuentran malviviendo en
un carrusel constante de subidas y
bajadas emocionales. Si son conscientes de
la inestabilidad emocional en que se encuentran, hay quienes logran
solucionarlo por sí mismos. En el caso
de los sujetos que están desbordados y qué no saben qué hacer, aquí se aconseja
que tengan el coraje de buscar la ayuda de un profesional para ayudarles en
esos vaivenes continuos. En
las sesiones de Coaching se coachean las emociones con gran eficacia. De manera
que el Coachee pueda soltar ese lastre emocional que ha ido acumulando en las
innumerables experiencias dolorosas del pasado.
En síntesis, los humanos cuando
sienten las emociones tóxicas se comportan de distintas maneras; unos las gestionan como pueden, o saben, otros ni las atienden, o las
reprimen, es decir, las niegan como si no existieran, y/o interpretan una fingida expresión
de felicidad con el fin de ocultarlas deliberadamente, bien por
vergüenza, o con el propósito de no
mostrarse vulnerable ante los demás, e incluso por condicionamientos sociales, o educativos. A veces, el individuo
ni siquiera es consciente de lo que le sucede, simplemente, malvive como
puede a merced de esas subidas y bajadas emocionales, e incluso se aísla del mundo cuando se ve en
pleno bajón emocional. O lo que es peor, otros adoptan el papel de victima del mundo mundial, machacando al que pillan por delante con su lista reiterativa de penas.
EL DESBORDAMIENTO
EMOCIONAL
En el supuesto de que el
individuo exprese una furia repentina, y en una situación sin importancia, no
está bien visto que la suelte así y sin venir a cuento, sobre todo porque la
gente no se lo espera, y se queda desconcertada. Sin embargo, este proceso se cocina poco a poco. cuando se reprimen las emociones y se
depositan en la cazuela emocional. En principio se ha solucionado el problema, pero el sentimiento reprimido,
aunque no se le preste atención, sigue ahí creciendo, recalentándose con
todos sus ingredientes apiñados y buscando la
oportunidad para manifestarse. Con el paso del tiempo esta carga se hace
más pesada, y junto con el estrés acumulado por los innumerables quehaceres
diarios, se produce lo inevitable. Sin
previo aviso estalla la ira en el sujeto como si fuese una olla exprés, y surge el desbordamiento emocional.
La mente racional, en el
instante del desbordamiento emocional, no dirige ni controla las
reacciones en el individuo. La Amígdala es la responsable de los actos que se generan durante el desbordamiento, y es allí dónde impera el descontrol absoluto. En el estado agitado, la persona actúa de manera irreflexiva con los otros, es
fácil que diga palabras malsonantes, grite,
haga gestos desagradables, y que se comporte de
forma dañina. En frío, puede que se avergüence de su proceder, se sienta culpable, o que le surja el arrepentimiento, y que piense: tierra, trágame.
El Coach puede tratar los
desbordamientos emocionales y guiar al Coachee para que gestione con mayor
éxito los estados emocionales que le producen tanto dolor, y quebraderos de cabeza. El
proceso de Coaching se realiza a través de técnicas precisas que ayudan al
Coachee a liberarse de esas tensiones y sufrimientos emocionales. Las
sesiones de coaching son una opción muy efectiva para mejorar la calidad de vida del individuo.